La dificultad principal con la que nos encontramos cuando estamos con una persona en duelo y queremos ayudarle son nuestros propios miedos: miedo al dolor, a la muerte, a no saber qué decir o qué hacer, miedo a hacer más daño, miedo a no resolverle la situación al otro, etc. Es importante que acompañemos y sepamos que no tenemos la capacidad de liberar mágicamente del dolor a nadie. Lo que sí está en nuestras manos es ofrecer una ayuda fundamental escuchando, interesándonos, ofreciendo ayuda concreta y respetando el proceso del otro.

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